Quiero plasmar un momento que viví hace un par de semanas. Un instante que no olvidaré nunca. David ha estado malito, con bronquitis y luego gastroenteritis. Ha pasado unos días muy malos porque se quejaba y lloraba sin parar. Hubo un día que enlazó una rabieta con otra porque quería comer y no podíamos dejarle. Cuando estaba a punto de claudicar y darle un yoghourt, mi marido intervino y dijo que nanai de la china. Se lo tomó fatal y empezó a patalear y berrear. Yo estaba al límite de mis fuerzas porque llevabamos noches sin dormir, todo el día y la noche con lloros y aparte con mis problemas de salud.
El niño llora que te llora, vino el padre y se lo llevó y a mi me dio un llanto que me salía de las entrañas. No podía más con la situación. Me quedé llorando sentada en el suelo de la cocina mientras oía a mi pequeño como seguía pataleando y llamándome en el salón.
Cuando mi marido me vió en la cocina tan derrumbada, se acercó a consolarme y llevaba al niño llorando como un loco en brazos.
Me sentía mal, sentía que no podía más, que estaba fallando, que no lo estaba haciendo bien. Y sin hacer caso a los mimos que me dedicaba el padre, cogí al pequeño energúmeno que lloraba y pataleaba sin parar y empecé a llorar mientras lo acunaba diciendo DAvid, David, DAvid...........En un minuto mi niño estaba durmiendo en mi pecho, mientras sus lágrimas y las mías seguían cayendo.....
Puede parecer un momento dramático pero os juro que lo viví como algo purificador, sirvió para reencontrarme conmigo misma, para soltar lo que llevaba dentro y para unirme a mi pequeño en un momento que era complicado para los dos.
Y me di cuenta que el amor hacía un hijo te sale de lo más profundo de las entrañas.......
Nena te acabo de descubrir a través del blog de Ana de creciendo con david....
ResponderEliminarme he leído tus entradas y me quedo por aquí, me he hecho tu seguidora atómica y soy tu fans......